Presentación de Don Biciclote

Hace más de diez años usaba la bici como medio de transporte urbano entre la escuela y la PSS. Después lo dejé en favor del transporte colectivo, o si no quedaba más remedio el coche, principalmente porque he ido teniendo descendencia, a la que tenía que transportar conmigo. Ahora esta descendencia, que ha ido creciendo, ya tiene 13, 10 y 6 años, y sigo transportando a los dos menores al colegio, en Zaragoza.

Últimamente he ido cogiendo más la bici en mis ratos de ocio, por las riberas del Ebro, que se supone que van a ser mucho más ciclables en breve, pero que ya son muy estupendas, o por las montañas, cuando la ruta lo permite.

Y hace no mucho tiempo, por contagio de un amigo y compañero entusiasta, a quien veía ir en su bici siempre relajado y sonriente, pensé en volver a usar la bici como transporte prioritario en la ciudad. El primer problema para poner esta intención en práctica es que las ciclovías que, por ahora, hay en Zaragoza (y en muchos sitios) son esencialmente de ocio, así que no cubren el 100% de las necesidades de un uso vehicular de la bicicleta.
Y con niños creo que no me puedo ni debo meter entre los coches, como hago, a menudo, si voy solo (eso sí, ¡con los seis sentidos alerta! Dicho sea de paso, igual de alerta hay que estar si se circula por ciclovía, puede ser peligroso, especialmente los cruces, no se puede bajar la guardia ni olvidar obvias recomendaciones de seguridad vial, ¡también ahí!).

Yo espero que en un futuro próximo haya un carril completo de la calzada para las bicis, o mejor todos, salvo un carril para transportes colectivos y taxis. Pero, mientras tanto, además de promoverlo como buenamente pueda, ¿qué hago?

Yo quiero ir en bici a todos sitios, y pienso que lo ideal es poder ir por ciclovías (o calzadas seguras), atajar despacito por aceras, subirme con la bici al autobús, poderla dejar aparcada sin miedo a perderla, etc. Y, además, quiero llevar a dos niños en mi bici, o ir con ellos en las suyas, pero que no corran peligro y las puedan dejar en el colegio.

A pesar de que la bici es formalmente un vehículo, y por consiguiente no "puede" ir por la acera, seguro que tampoco es legal, y menos sensato, meterse en la calzada en una bici con dos niños.
Por ahora, lo que hago, donde no hay ciclovía, es ir por las aceras, con escrupuloso respeto a los peatones. Y he comprobado que, a diferencia de lo que sucedía hace diez o quince años, las autoridades lo transigen, y a mis conciudadanos ya no les molesta. De hecho, en mi caso, más bien demuestran simpatía, tanto si vamos "en procesión", los niños en sus bicis y yo en la mía, dirigiéndoles, como, más aún, cuando nos subimos los tres, y con mochilas, en una bici plegable, lo que, desde luego, no pasa desapercibido (¡y a mis hijos les encanta!).

Mi granito de arena es tratar de contagiar a más gente, contándole mi experiencia a todo el que parezca interesarle, sobre todo en el colegio y en el trabajo, pasando por delante de siete colegios en los horarios de entrada y salida para "dar envidia" a tantos niños como pueda, y animar a todos a que cada cual encuentre su manera personal de dejar definitivamente aparcado el coche a la hora de moverse por la ciudad.
Son fundamentales las consideraciones altruistas (movilidad sostenible), pero creo que las más útiles estrategicamente para la "causa" son las motivaciones egoístas, y haberlas haylas, de sobras: la bici es rápida, segura, saludable, y muy divertida, para todos.

Y, como el mundo es muy grande, pues qué mejor que una bitácora para recoger ideas y experiencias, aventuras y desventuras de un valeroso hidalgo que pretende ayudar a abrirles paso a las bicis en nuestras ciudades y nuestras vidas.
Espero que sean más aventuras que desventuras... pero, por si acaso, ¡se vayan preparando eosos molinos, digo gigantes!