Sin miedo

He visto pasar un par de aviones rumbo al paraíso por encima de mi cabeza. No pueden verme, aquí abajo, ni yo puedo subirme a ellos. Tendría que llegar primero a un aeropuerto, y no sé hacia dónde se encuentra, sin contar con que la bici sigue rota.

Se me ocurre de repente que igual puedo subirme a ella de todos modos. Me da miedo. Pero peor es quedarme aquí sentado otro día más, otra noche más. ¡Allá vamos y que sea lo que dios quiera! (Es un decir.)




Continuará (probablemente)

Siniestro total

Este verano, otra vez, como antaño, se me metió un palo en la rueda. Pero esta vez el trompazo ha sido mayúsculo. En algún momento la declaración de siniestro total parecía oportuna. Magullado y abatido contemplo mi bici y apenas la reconozco, ni siquiera parece una bici. No parece tener arreglo. Las horas pasan y sigo sentado frente a ella sin saber qué hacer. Empieza a oscurecer y hace frío. Trato de reparar provisionalmente el cuadro utilizando el palo, el dichoso palo, pero no funciona. Mejor lo quemo, me dará un poco de calor esta noche. Mañana será otro día.

(Continuará... O tal vez no.)

(Eso depende de que se me ocurra una buena continuación,
y un final, a ser posible feliz, para esta historia.
Se aceptan sugerencias.
Entre tanto, procuraré volver por aquí más a menudo que en estos últimos meses.)