Final de etapa

Mientras espero tener un rato para poder contar algunas de las cosas que tengo pendientes (ACTUALIZACIÓN 8/7: al final he contado varias con su fecha, ver más abajo), dejo aquí constancia del final de una etapa.
Pero no nos engañemos, que la etapa reina viene ahora: ¿Se desarrollará debidamente esta prometedora ordenanza? ¿Conseguirá inclinar definitivamente la balanza del lado de la movilidad sostenible y la convivencia de los usuarios de las vías en Zaragoza?


Fin de temporada

Este ha sido un gran año de paseos en bici por Zaragoza. La temporada ha tocado su fin, por lo que a mí respecta, pero seguro que el año que viene La Ciclería nos guiará nuevamente por la ciudad y sus alrededores. Allí nos veremos.

Espíritu ¿competitivo?

Este año, desde luego que no. ¿Quizás el próximo?

Típica imagen de la Treparriscos, en "pleno y agotador esfuerzo" ;) para coronar el puerto de Sallent a Formigal.

Aunque no veo qué prisa puede haber para acortar el disfrute del espíritu de la montaña y los amigos.

Espacio protegido... para aparcar el coche (y no la bici)

Un fin de semana cualquiera de junio subí a la pradera de Ordesa con la bici, y allí me encontré con más de setecientos coches (según fuentes fidedignas), lo que unido a los varios autocares y demás supone más del doble de personas de las teóricamente admisibles...

Imágen verdaderamente típica de Ordesa, que sin embargo no sale en las guías... ¿Por qué será?

Un espacio natural de gran valor... para aparcar.

Y sin embargo, no hay sitio para aparcar la bici. Y cuando (por fin) se cierra el acceso a los coches, también se cierra a las bicis (¿?). Algo habrá que hacer...

¡Ponte peluca! (en lugar de casco)

"Sorprendentemente" el ciclismo urbano con casco es más peligroso, pues tanto uno mismo como sobre todo los conductores arriesgan más si llevas casco, y en ciudad, entre el tráfico, el riesgo no es un trompazo por una cuneta, sino un atropello o que te tiren y el que viene detrás te pase por encima.

"Sorprendentemente" es más efectivo ser mujer, o parecerlo, a la hora de conseguir que los conductores no te agredan, en parte porque suelen ser un subconjunto despreciable (en ambos sentidos) de ellos, y no las conductoras, quienes más agreden, aunque hay excepciones.


Aunque también es cierto que a las mujeres les pitan e increpan más en la calzada.

Yo prefiero que me piten a que me atropellen. Basándome en la hipótesis anterior sobre el perfil habitual de los agresores e increpadores, a los que no quieran que les piten, les recomendaría  una "matrícula" grandota diciendo:
  • "Si te gusta mi culo pita" (para los que sean o aparenten ser hombre)
  • "Si eres un viejo verde pita" (para las que sean o aparenten ser mujer)

Emociones básicas

Suelo decir que la bici me proporciona muchas emociones.

El viernes la secuencia fue de lo más completo:
  • Sorpresa: al ir a recoger a mis hijos al colegio y descubrir que sus bicis no estaban en el aparcabicis en que las habíamos dejado por la mañana.
  • Vergüenza: al recordar que circunstancialmente las habíamos dejado amarradas (las dos) con una sola sirga de combinación, que ya exhibía un corte en la funda.
  • Miedo: al tomar consciencia de la insoportable vulnerabilidad del ser.
  • Aversión: al imaginar al ser (aparentemente) humano que se llevó dos bicicletas viejas de tamaño infantil, una de ellas con una cesta de fruta sobre un portabultos de tija de sillín para llevar la mochila.
  • Cólera: al recordar las horas que había empleado recientemente en asegurar dicho portabultos para que no se bajase o girase.
  • Tristeza: al comunicar la noticia a mis incrédulos hijos.
  • Amor: hacia esos hijos sobrecogidos por la pérdida de la bici con la que habían ido al colegio a diario durante tantos meses, con la que uno había ganado carreras, o de la que la otra estaba tan orgullosa por ser de segunda mano; amor hacia esos hijos que lo que preguntaron fue: "¿y cómo vamos a venir al cole el lunes?"
  • Alegría: esa misma tarde, al verlos tan contentos con sus nuevas bicis, tan estupendas como se merecen.
Como dije en una ocasión (que merece la pena recordar), con lo que te ahorras yendo en bici te sobra dinero para regalarlas (¿incluso quizás a unos pobres niños desconocidos?) y te puedes permitir ir a tu tienda de bicis favorita a por las bicis que necesites, prácticamente sin mirar el presupuesto. Dicho sea de paso, recientemente se me rajó una rueda del coche y tuve que cambiarle dos neumáticos, lo que me costó aproximadamente lo mismo que las dos bicis nuevas... y sendos candados en U de los buenos.

Las nuevas monturas son "de mayor", y de buena calidad (Orbea) para que soporten dignamente y durante mucho tiempo el amplio y exigente uso que se les va a dar. La de ella es de montaña con ruedas de 26" y cuadro "de dama" de talla 14. Y tendríais que ver a mi hijo de 12 años, y menos de metro y medio, sobre una híbrida con ruedas de 28" y cuadro también "de dama" de talla 19, que me valdría perfectamente a mí o a su madre, y que sorprendentemente le viene como hecha a medida, tal como él mismo descubrió nada más verla, fue un verdadero flechazo.

¿Alcohol en bici?

Alguien pensaría ponerle este nombre a las "bicicletadas" escolares (bueno, exactamente pensaría en ponerle "al cole en bici"), pero luego entró en razón y las llamó "Con bici al cole", que también podría leerse "ConBici al cole".

Una de esas tuvo lugar este sábado, con gran éxito de público y crítica. Aquí unas foticos:



Y el domingo disfrutamos de una nueva ruta por los alrededores de Zaragoza (de la serie "domingueros..."), esta vez hasta el galacho de La Cartuja por la margen izquierda, cruzar el Ebro, luego al de La Alfranca, y vuelta por las torres de Movera y el Gállego. Sólo pongo una foto, para que vea alguien que NO me salen movidas las fotos hechas pedaleando, al menos las que hago sereno. (Esto es una broma ligada con lo de alcohol en bici y con unos comentarios de una entrada anterior.)

(Diego, anda, haz clic sobre la foto para ampliarla ;)