Hoy, en principio, era un día funesto para mí, por motivos más o menos personales que no vienen al caso (ni tienen que ver con la fecha histórica, en un día como hoy se tomó La Bastilla, y en otro murió Gila, por ejemplo, todos los días pasan cosas).
Pero ha resultado casi completamente un día estupendo, en buena parte por la decisión de que así fuera. Al deseo de "buenos días" he respondido "buenos, buenos", y de ahí para arriba. Para colmo de dichas, esta tarde hemos celebrado una meriendespedida bicicletera, que es algo que consiste en quedar en un sitio y luego pedalear por el camino más largo que se te antoja hasta otro sitio que te parezca apropiado, sacar unos embutidos y un vino, charlar, reir, y alegrarte de la vida, olvidando por un momento sus penalidades, injusticias y frustraciones, que también las hay, en demasía, pero eso tampoco viene a cuento y, en cualquier caso, posiblemente el ejercicio de la alegría es una de las formas más efectivas de esconjurarlas.
Cambiando (o no) de tercio, he estado leyendo el "Elogio de la bicicleta" que me ha gustado bastante, sobre todo el descubrimiento de uno mismo y de los otros que relata: "Hay que dar a la bicicleta el crédito de la reinserción del ciclista en su individualidad propia, pero también la reinvención de vínculos sociales amables, livianos, eventualmente efímeros, pero siempre portadores de cierta felicidad de vivir." Y por supuesto también me atrae buena parte de la utopía que describe: "¡Arriba las bicicletas, para cambiar la vida! El ciclismo es un humanismo."
Voy a coronar este post probablemente críptico despidiendo el blog por esta temporada. Espero que las vacaciones no sean un alejamiento, sino un reencuentro.
La utopía está en el horizonte. Camino dos pasos, ella se aleja dos pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. ¿Entonces para que sirve la utopía? Para eso, sirve para caminar.
ResponderEliminarAhora que el verano (y la capacidad de los infantes) nos permiten recuperar la bicicleta, estamos descubriendo los alrededores del pueblo.
ResponderEliminarAdemás, nos están arreglando las riberas del Gállego y los dos parques infantiles (San Juan y Montañana) sirven de motivación.
Aprovecha y pásate por aquí a merendar.
Preciosa reflexión, Isa. Seguiremos persiguiendo el horizonte, espero que no se quede nunca quieto.
ResponderEliminar¡Saludos, Santi! Muy oportuna la recomendación de la estupendísima ribera del Gállego (en "Fin de temporada" verás que la recorrimos recientemente).
Por cierto, el 20 de septiembre espero ir por tercera vez consecutiva a El Frago, con mis amigos bicicleteros (concretamente, los de la merendola van todos). ¿Igual nos vemos?
Estimado D.Biciclote,
ResponderEliminarLas cosas nunca pasan como a uno (una en este caso) le gustaría. El que iba a ser el mejor día de tu vida resulta pasar gris, y otro, en sobre el que no tenías expectativas sale brillante. Y eso es precisamente lo que le motiva a uno a moverse: el no saber si quizá el siguiente momento será el mejor de tu vida.
Le copio a usté la idea de las temporadas. Hay que cerrar por descanso del personal de vez en cuando.
Tenga un gran verano y nos leemos a la vuelta.